Ajedrez: preparación psicológica y estilos de juegos

Por MSc. José Ostos/ Profesor Universitario/ Entrenador Alto Rendimiento.

Todo ajedrecista, decidido a alcanzar un alto grado de maestría, debe conjugar dos elementos imprescindibles en su preparación: por un lado, dedicarse a estudiar profundizar y perfeccionar su técnica de juego, lo cual significa adquirir la destreza suficiente en el manejo de las tres fases en que se divide una partida completa de ajedrez –apertura, medio juego y final-. Cada una de estas etapas se rige por leyes y principios específicos, y nuestra tarea consiste en aprenderlos y aplicarlos en la práctica; por otra parte, además del conocimiento sólido de la técnica de juego, el ajedrecista serio y responsable debe trabajar con perseverancia a fin de lograr un buen nivel en su preparación psicológica. Resulta que la gran mayoría de los ajedrecistas lamentablemente pasamos por alto que una partida de ajedrez viene a ser una lucha de caracteres, un enfrentamiento de personalidades y comportamientos; olvidamos que los protagonistas no son los peones, caballos o reyes, sino seres humanos con sus virtudes y flaquezas. Esta reflexión nos lleva a una conclusión fundamental: el éxito deportivo en ajedrez se garantiza, en gran medida, si logramos, en primer lugar, conocernos a sí mismos hasta donde nos sea posible y, en segundo lugar, a los adversarios reales o potenciales. Entonces, ¿cómo estudiarnos a sí mismos y a nuestros contendientes para determinar de la manera más objetiva posible tanto los puntos fuertes como los débiles en el carácter y comportamiento propio y ajeno?

Estamos plenamente convencidos de que el conocimiento tanto de nuestro estilo de juego como el del adversario representa un avance de primera magnitud, si aspiramos a crear las condiciones necesarias del éxito en ajedrez. Ese conocimiento del estilo de juego propio y ajeno nos permitirá, en primer término, conducir al oponente a posiciones que no sean de su agrado y, en segundo lugar, evitar que la partida siga un rumbo discordante con nuestros gustos y preferencias.

Aquí, comentaremos dos propuestas para intentar clasificar a los ajedrecistas de acuerdo con sus estilos de juego:

1) Una clasificación tradicional establece que cada ajedrecista tiende de manera visible a una clase de juego que puede ser posicional, combinatoria o universal. El estilo posicional consiste en la forma de jugar en la que el ajedrecista no busca la rápida agudización de la lucha en el tablero, sino que intenta de manera sistemática mejorar la ubicación de sus piezas, crear puntos débiles en la posición contraria, con el propósito de ir acumulando determinadas ventajas posicionales (mejor desarrollo y coordinación de las piezas, ventaja de espacio, casillas débiles en territorio rival y otras) que, llegado el momento propicio, serán transformadas en ataques contundentes en cualquier sector del tablero, ganancia de material o el paso a un final favorable. El estilo combinatorio viene a ser la manera de jugar que se caracteriza por la tendencia del ajedrecista a buscar posiciones complicadas y de mucho dinamismo, con oportunidades poco claras para ambos jugadores; aquí la misión es preparar el terreno para el uso en gran escala de medios tácticos (combinaciones, sacrificios, contra sacrificios, rupturas). Este estilo exige un elevado nivel de creatividad y nervios de acero. Por último, existen ajedrecistas de estilo universal, quienes son capaces de conjugar tanto el estilo posicional como el combinatorio.

2) En época reciente se propuso una clasificación muy interesante y digna de estudio, la cual considera que todo ajedrecista, según su manera predominante de jugar, puede ser definido como intuitivo, teórico, pragmático o activista. Los ajedrecistas intuitivos se caracterizan por su capacidad para detectar con facilidad y rapidez las particularidades esenciales de cualquier posición en la partida de ajedrez; saben conseguir pequeñas ventajas y luego convertirlas en ventajas más visibles; basan sus decisiones en una excelente combinación de su capacidad intuitiva con una unas muy precisas consideraciones generales de lo que va aconteciendo en el transcurso del juego (Capablanca, Rubinstein, Smyslov, Petrosian, Karpov). Los jugadores teóricos tienden a realizar sus movimientos de figuras y peones guiándose por una lógica o sistema de juego sustentados en consideraciones generales acerca de las posiciones y no tanto en el cálculo

concreto de variantes (Nimzovich, Tarrasch, Steinitz, Botvinnik, Kramnik). Los pragmáticos tienen como rasgo típico en su manera de jugar el hecho de que normalmente toman sus decisiones, es decir, eligen sus movimientos dependiendo del cálculo de variantes y tratando de que sus partidas se vayan desarrollando a través de un claro hilo conductor o lógica de juego (Lasker, Alekhine, Keres, Spassky, Fischer, Korchnoi, Kasparov). Los ajedrecistas activistas se distinguen por su talento intuitivo que conjugan muy bien con un buen nivel en el cálculo de variantes, lo cual les permite evaluar con maravillosa precisión posiciones especialmente complejas (Pillsbury, Bronstein, Tal, Anand).

Para finalizar, consideramos que es necesario aclarar que cualquier agrupación de los ajedrecistas según estilos de juego siempre tendrá un carácter relativo, ya que es muy difícil encasillar de forma definitiva a un determinado jugador en una manera de jugar. Existen dos razones de peso al respecto: en primer lugar, el ser humano es tan complejo e insondable que va más allá de cualquier clasificación y, en segundo lugar, las personas no permanecen estáticas en sus gustos, preferencias e inclinaciones, sino que van evolucionando o cambiando en el transcurso de sus vidas. Por estas razones, es muy importante comprender que las clasificaciones de los ajedrecistas de acuerdo a sus estilos de juego cumplen una función esencialmente metodológica, con el objeto de facilitar, en la medida de lo posible, el proceso de preparación psicológica a la hora de participar en competencias ajedrecísticas.