Transición y métodos de lucha psicológicas

TRANSICIONES EN LA PARTIDA DE AJEDREZ Y MÉTODOS DE LUCHA PSICOLÓGICA EN LAS COMPETENCIAS

Por MSc. José Ostos/ Profesor Universitario/ Entrenador Alto Rendimiento/ jose@ajedrezypsicopedagogia.com

En esta entrega abordaremos brevemente dos temas de gran interés y que causan visible preocupación en el ajedrecista que aspira a elevar su nivel de competitividad.

Una óptima preparación psicológica del ajedrecista debe contemplar el desarrollo de su capacidad para reorientarse espiritual y emocionalmente cuando ocurre el paso de una de las fases de la partida a la siguiente. La apertura, el medio juego y el final se encuentran, por una parte, totalmente interrelacionados en tal grado que las particularidades de cada una de esas etapas vienen determinadas por lo sucedido o por suceder en las otras. Por otro lado, cada una de las etapas mencionadas se rige por distintos principios y leyes que condicionan la forma adecuada en que deben jugarse. La esencia del juego en la apertura viene a ser la rápida movilización de las piezas en combinación con la lucha por el centro; en el medio juego lo fundamental es lograr la adecuada coordinación o armonía de dichas piezas; y en el final, lo básico es la aplicación de una técnica depurada de juego. Así, es muy importante que el ajedrecista esté consciente de esas diferencias, a fin de que no se desoriente en el transcurso de una partida completa de ajedrez y, por lo tanto, logre conducir sus piezas según “el espíritu” de cada fase de la misma. La idea es eliminar o evitar en todas nuestras partidas un hecho que reduce las posibilidades de éxito deportivo: enfocar y jugar una determinada fase como si todavía nos encontramos en otra de las fases. Por ejemplo, jugar el final aplicando principios y normas que corresponden a la apertura o medio juego; en los finales normalmente disminuye la intensidad en relación con el ritmo que prevalece en el medio juego, y si no somos capaces de lograr esa transición en la manera de jugar en esas fases, no seremos capaces de conducir nuestros encuentros de una forma coherente, lo cual, por cierto, es un ingrediente clave en la calidad elevada de una partida de ajedrez.

En el transcurso de la lucha ajedrecística es posible poner en práctica numerosas formas de aprovechar, en primer lugar, las potenciales deficiencias en la personalidad y carácter de nuestros adversarios, y, en segundo lugar, fallas en su preparación psicológica. Algunos de esos métodos de lucha psicológica serían los siguientes: 1. Dejarse llevar aparentemente por las intenciones del contrario. en un encuentro entre “Bobby Fischer y Tringov (Tringov-Fischer, Memorial Capablanca, La Habana, 1965), éste condujo al ex campeón mundial norteamericano a una posición considerada por la teoría como ganadora (a favor de Tringov). Resulta que Fischer permitió lo anterior, porque de antemano tenía preparada una variante que cambió diametralmente la valoración teórica de la posición en cuestión, logrando así una victoria contundente. 2. Ocultar el verdadero propósito de nuestro accionar. Muchos ajedrecistas llevan a cabo determinadas operaciones en uno de los flancos, o repiten jugadas y posiciones, con el fin de asestar golpes decisivos preparados con anticipación y que son difíciles de prever por el adversario – el ex campeón del mundo, Alexander Alekhine, es digno de mención por su inclinación hacia este tipo de estrategia. 3. Provocar al contrincante para que muestre actividad innecesaria. Aquí es posible sonsacar a nuestro oponente -a fin de que inicie, por ejemplo, un ataque prematuro-, mediante la ejecución de movimientos o maniobras aparentemente pasivos y sin sentido. Con este procedimiento, se intenta refutar una eventual actividad infundada por parte de nuestro adversario, a través de contraataques bien premeditados y preparados. Los ex campeones mundiales, Steinitz, Lasker y Petrosian son importantes modelos de la aplicación de este método de lucha. 4. Crear numerosas amenazas. Existen ajedrecistas que no soportan o le tienen pavor a ser objeto de ataques incisivos o caer en posiciones sometidas a una fuerte presión por parte del contrario. Ante ese tipo de jugador, resulta recomendable crear el máximo de amenazas a nuestro alcance, debido a que existe la posibilidad de que aquel cometa errores defensivos al encontrarse en una situación de juego que le incomoda y, por lo tanto, reduce su potencial de juego adecuado. Cambiar de manera súbita los acontecimientos. Es aconsejable aplicar este método de lucha psicológica cuando nos encontremos ante una posición de tablero desventajosa. Por ejemplo, si el curso normal de la partida lleva a una derrota prácticamente segura, lo indicado es ir creando, en la medida de lo posible, grandes complicaciones, a fin de provocar errores en el accionar del adversario. Aquí es interesante tener presente la frase famosa en ajedrez de que “lo más difícil es ganar una partida ganada”: si el adversario está plenamente convencido de que la partida ya la tiene ganada, lo más seguro es que tienda a jugar con menor precisión y profundidad, esperando solamente que su contrincante se rinda de un momento a otro. En estas circunstancias, el ajedrecista que posee la “posición perdedora” debe buscar su oportunidad de recuperación, mediante el planteamiento de complicaciones que obliguen al adversario a mantener un alto grado de precisión si aspira a sellar la victoria.